Buñuelos

Si hay una comida típica en mi pueblo en Semana Santa, son los buñuelos o biñuelos como dicen los mayores, en casi todas las casas se hacen roscos fritos, arroz con leche, torrijas y los riquísimos huevos a la nieve, pero en ninguna casa faltan los buñuelos.
Te los puedes comer en el desayuno o en la merienda, con un chocolate o café con leche, hay quien los mete en azúcar, también puedes comértelos como si fuera un trozo de pan, incluso quien los trocea y los echa en el potaje de semana santa, a mi así no me gustan nada, pero como gustos colores.
En casa nos gustan solos y a cualquier hora y si ha pasado un día por encima de ellos mejor (aunque a mi me gustan recién hechos y calentitos, pero a los demás les gustan mas al día siguiente).




Tradicionalmente solo se hacían en Semana Santa y se hacía muchísima cantidad, y los últimos los que se quedaban duros, se echaban en el potaje o dentro de un tazón de leche, para que se ablandaran. Actualmente se hacen todo el año y yo en particular prefiero hacer poca cantidad y hacer con mas frecuencia.


He leído por ahí que existen unas buñoleras, un cacharro para hacerlos y que salgan mas perfectos, pero lo autentico de estos buñuelos es que estén deformes y tengan picos, claro que así es mas difícil hacerlos, pero con maña y mucha práctica terminan saliendo.
No indico cantidades porque dependerá del tamaño que los hagamos, pero con estas cantidades pueden salir unos 20 buñuelos.



Ingredientes

- 400 ml de agua templada.
- 450 gr de harina (cantidad aproximada, puede necesitar un poco mas)
- Sal (una cucharadita de café).
- 20 gr de levadura fresca.
- Aceite de oliva para freír( litro o litro y medio)




En una fuente bien grande, pues la masa dobla o triplica su volumen, ponemos el agua templada, la sal y disolvemos la levadura, cuidado con la temperatura del agua, solo tiene que estar tibia, si está muy caliente matamos las levaduras y la masa no subirá.
Poco a poco vamos incorporando la harina a la vez que vamos moviendo para integrarla, con movimientos circulares, hasta conseguir una masa pegajosa y ahora viene el secreto de la masa de los buñuelos, que consiste en darle una paliza a la masa, o eso dicen los mayores y yo siempre lo hago. Batimos la masa como si batiéramos un huevo pero con la mano, hay que hacerlo rápido y con fuerza y hasta que te duele le brazo y el hombro, por lo menos 4 o 5 minutos apaleando la masa.
La tapamos con un trapo y la dejamos reposar en lugar cálido, si la temperatura ambiente es baja, tardará más en subir, pero si hace calor subirá en poco tiempo (una media hora aprox.).


Ponemos una sartén honda con bastante aceite de oliva y lo calentamos.
Necesitamos un cuenco con un poco de agua para mojarnos los dedos, pues la masa es pegajosa y así se despega mejor. No podemos mojarlas demasiado pues si cae agua al aceite nos puede saltar.
Cuando el aceite esté bien caliente cogemos trozos de masa solo con los dedos que tendremos mojados, no te llenes toda la mano de masa, la idea es que hagamos una bola prácticamente trabajando con la punta de los dedos y metiéndolos dentro de la masa para hacer un agujero, la dejamos caer en el aceite, algunos se nos cerrarán, para ello tenemos una palo que solo lo usamos para los buñuelos (puedes usar el rabo de una cuchara de madera), los dejamos caer en el aceite caliente con cuidado y dándole vueltas suavemente le marcamos el agujero. Se requiere un poco de maña pero sobre todo mucha práctica. Dejamos dorar y damos la vuelta. Sacamos a un recipiente con papel absorbente.
Los guardamos en una olla tapados.





¡ Buen provecho !

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